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La influencia de Ivanka Trump

Hace cuatro años, algunas personas creían que quien sería la primera hija de Estados Unidos tendría el poder de persuadir a las votantes moderadas y controlar los impulsos de su padre. Desde entonces, las cosas han cambiado bastante.

Hace cuatro años, algunas personas creían que quien sería la primera hija de Estados Unidos tendría el poder de persuadir a las votantes moderadas y controlar los impulsos de su padre. Desde entonces, las cosas han cambiado bastante.

En la cuarta noche de la Convención Nacional Republicana fue presentada ante los televidentes como “la honorable Ivanka Trump”.

El título fue un reconocimiento al alto cargo que ocupa en la Casa Blanca, aunque el protocolo oficial sobre su título no queda muy claro. La tarea que se le encomendó sí estaba clara. Aunque la Casa Blanca insistió en que haría la presentación “durante su turno” y solo en su condición de hija mayor, Ivanka Trump presentó a su padre la noche del jueves antes de que el presidente se dirigiera a la convención desde el jardín de la Casa Blanca en un acto abiertamente político realizado dentro de terrenos federales y que posiblemente viole la Ley Hatch.

Pero para Ivanka Trump, quien ha pasado los últimos años revoloteando entre su doble papel como primera hija y asesora principal, estos son poco más que detalles.

Fue, en muchos sentidos, un marco adecuado para su presentación porque enfatiza con cuánto descaro ha mezclado lo personal, lo político y lo gubernamental, una mezcla que ha definido el enfoque de su padre hacia la política, casi tanto como la polarización ha hecho que prospere su marca.

Alguna vez, la distancia que se percibía entre ella y esa marca fue su mayor activo. Su aparición en la convención de 2016, por ejemplo, estaba destinada a captar la atención de las mujeres de los suburbios. La campaña creía que podrían ver a la mayor de las hijas del presidente como una contraparte más centrista y profesional de un candidato agitador con un historial de comportamiento misógino. Y antes del jueves, como el penúltimo acto de una convención que ya ha sido adaptada en gran parte a ese tipo de mujeres, los asistentes tenían la esperanza de que ella pueda llegar a la misma audiencia y proyectar un atractivo similar.

Ivanka Trump instó a los votantes a mirar más allá de la retórica y el tono de su padre y juzgarlo por sus políticas. “Reconozco que el estilo de comunicación de mi papá no le gusta a todo el mundo. Y sé que sus tuits pueden parecer un poco sin filtro”, dijo. “Pero los resultados hablan por sí solos”.

También se refirió a su propio trabajo para aumentar el crédito fiscal para el cuidado de los niños y dijo que el presidente había cumplido su promesa de “apoyar a las madres en la fuerza laboral”.

“Hace cuatro años les dije que lucharía junto a mi padre”, dijo Ivanka Trump. “Y cuatro años después, aquí estoy”.

En 2016, Ivanka Trump fue una de las presencias más solicitadas de la campaña, su influjo cosmopolita y su retórica apolítica sirvió como una especie de bálsamo para las mujeres que podrían haberse sentido atraídas por la idea de un hombre de negocios en la Casa Blanca pero que nunca serían vistas coreando “¡Construye el muro!”. Sin embargo, su participación solo fue una ligera huella en el camino.

Ahora, en cambio, está ansiosa por hacer más por la campaña, adoptando un papel explícitamente político. Para la campaña de Donald Trump, la pregunta es si la transformación de Ivanka Trump complicará su discurso con los republicanos moderados y los votantes indecisos que alguna vez la apreciaron por parecer más un cheque que un sello de aceptación en la agenda de su padre.

“Cuando los votantes ven a Ivanka y los temas en los que se centra, generalmente tienen una respuesta positiva hacia ella”, dijo Lorna Romero, una estratega del Partido Republicano en Arizona, donde las posibilidades del presidente en las elecciones de noviembre probablemente dependen de las mujeres republicanas moderadas, muchas de las cuales se han sentido alejadas del partido bajo el mandato de Trump.

“Pero cuatro años después reconocen que, no solo como su hija, sino que siendo su asesora principal debe respaldar la retórica del presidente y las políticas que ellas no apoyan”, explicó. “Es una opinión más conflictiva”.

En 2016, cuando hizo su debut político y los espectadores solo conocían su nombre por El aprendiz o por un perchero lleno de vestidos de precio accesible en Macy’s se sintieron sutilmente alentados durante la campaña al ver que era una influencia moderadora. Mientras su padre coqueteaba con la prohibición de viajar para los musulmanes, o sugería que los funcionarios rusos investigaran los correos electrónicos de Hillary Clinton, Ivanka Trump discutía el costo punitivo del cuidado de los niños y su pasión por los temas femeninos en las páginas de Harper’s Bazaar.

La campaña confiaba en que las mujeres pudieran tomar su silencio sobre los elementos más controvertidos de la campaña de su padre como una deferencia filial hacia las tácticas necesarias para ganar la presidencia, en vez de ser una aprobación tácita.

Pero ahora Ivanka Trump carga con el fardo de la presidencia, casi cuatro años por los que esos votantes pueden juzgar si las piedras angulares de su imagen —proyectaba un efecto moderador, un compromiso con un programa más progresista en cuestiones como el cambio climático— han sido confirmadas.

Remontándose a un segmento del programa Saturday Night Live que la tildó de “cómplice” de las primeras acciones del gobierno, como la prohibición de viajar a los musulmanes, Ivanka Trump se ha quejado en privado del apodo de “influencia moderadora”, argumentando que es una imagen que le habían impuesto otros y que nunca reflejó de verdad sus propios puntos de vista. Esto es, en muchos sentidos, exacto: en ningún momento de la campaña de su padre en 2016, la hija mayor de los Trump insinuó que estaba en contra de, por ejemplo, la construcción de un muro a lo largo de la frontera, de “encerrar” a la oponente de su padre o de cualquier otro elemento central de la candidatura.

Pero tanto si esta imagen más suave era exacta, como si no, también es cierto que al principio del mandato en la Casa Blanca, Ivanka Trump se preocupó mucho por protegerla. Dejó claro su apoyo al Acuerdo Climático de París y sus intentos para evitar que su padre se retirara del pacto, que finalmente no tuvieron éxito. La cobertura de la primera hija a menudo incluía citas anónimas —de personas descritas como cercanas a la familia y conocedores de su pensamiento— que revelaban su desaprobación ante cualquier tormenta de fuego desatada en el ala oeste.

Sin embargo, en un momento pareció cansarse de mantener la apariencia de ser cuidadosa con los dólares de los contribuyentes. Si la identidad que había construído se proponía mantener a las mujeres de los suburbios del lado del presidente, las elecciones de medio término de 2018 mostraron que no estaba funcionando.

Con eso en claro, pareció cambiar su propio comportamiento, como si estuviese consciente de que tal vez solo quedaban dos años del mandato de su padre y se sintiera más cómoda aprovechando el botín de la proximidad con el líder del mundo libre. Comenzó a codearse con los líderes internacionales durante viajes al extranjero de alto nivel y acompañó a su padre en el histórico encuentro con el dictador coreano Kim Jong-un en la zona desmilitarizada. En muchas de esas actividades, incluso la propia Ivanka Trump tuvo dificultades para explicar la necesidad de su presencia y cuál era la relevancia de su portafolio de iniciativas de empoderamiento económico de las mujeres. Pero el asunto es que cada vez se sentía menos obligada a intentar justificarse. (Ese día de junio en Seúl, le dijo a los periodistas que “las mujeres tienen un enorme papel” al acompañar el inicio de la “paz” en la península).

“Sin duda ella es una primera hija no convencional”, dijo Douglas Brinkley, historiador presidencial en la Universidad de Rice. “Parece tener un acceso inagotable a todo y a todos en la Casa Blanca: en muchos sentidos actúa como una segunda primera dama. Nunca habíamos visto algo así”.

En cuestión de políticas, y a pesar de sus retrocesos iniciales, Trump ha conseguido algunas victorias como el aumento del crédito tributario por los hijos como parte de los recortes fiscales del presidente en 2017. También logró reunir a muchos republicanos para que apoyaran la legislación de baja parental pagada, un tema que antes de la presidencia de Trump no solía entusiasmar a los círculos del Partido Republicano.

Sin embargo, cualquier avance como una figura capaz de convocar a ambos partidos ha quedado ensombrecida por su creciente disposición a involucrarse en el trabajo político, un escenario que antes prefería dejar que navegara el resto de su familia, especialmente Donald Trump Jr.

A principios de este año se involucró más activamente en la campaña de reelección de su padre. Asistió a la Conferencia de Acción Política Conservadora, una reunión anual de activistas conservadores y organizó eventos de recaudación de fondos en distintas ciudades, disfrutando de su capacidad, como ella misma dijo, de generar cifras “que aplastan los récords” para la campaña.

Todo esto ha coincidido con un uso más franco de su cuenta de Twitter para defender a su padre, en contraste con las imágenes familiares posadas y algunas reflexiones de política a las que antes se limitaba. En octubre de 2019, cuando una cámara baja dominada por los demócratas avanzó con los procedimientos del juicio político contra su padre, Ivanka Trump compartió una cita de Thomas Jefferson sobre los “enemigos y espías” que estaban entre sus opositores políticos. En julio tuiteó una foto de sí misma con una lata de frijoles Goya en la que aplaudía a la marca luego de que el apoyo del CEO de la compañía suscitó una convocatoria a boicotear la empresa.

Al presentar a su padre el jueves, Ivanka Trump tocó muchos de los mismos temas que comentó en 2016 y tranquilice a los votantes sobre el compromiso de su padre para ayudar a las familias trabajadoras, así como de su propia dedicación al empoderamiento de las mujeres y de asuntos cotidianos que trascienden las divisiones partidarias.

Sin embargo, esta vez no dejó ninguna duda sobre la naturaleza precisa de su identidad política y hasta qué punto se alinea con la de su padre. Como anunció oficialmente a principios de este año, Ivanka Trump ahora es una “orgullosa republicana de Trump”.

Elaina Plott es una reportera que cubre la política nacional desde Washington. Antes cubrió la Casa Blanca para The Atlantic, donde también escribió ampliamente sobre la transformación del Partido Republicano durante la era de Trump. @elainaplott



SOURCE: https://www.w24news.com

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